Aprendí nada más verte que las cosas que verdaderamente valen la pena suceden así, de improviso.
El pueblo se helaba por instantes. A alguien se le debió encaprichar que aquella encrucijada de calles imposibles y tejados de casas bajas y antiguas se tiñeran de blanco, de un blanco idéntico, tan idéntico que era a la vez diferente.
Las ventanas del autobús en el que ambos viajábamos, quién sabe donde, mutaban entre diversos porcentajes de una transparencia que a la vez cubría el paisaje.
Piernas de infarto, pechos voluminosos, labios carnosos y sensuales, ojos grandes y grisáceos, melena larga, rubia y ondulada...
Quizás la primera impresión que percibiste de mí fue la de un pervertido, lo sé, encontrarme olisqueando los olores afrutados de tu cuello e intentar perderme en aquella mata extensa de pelo no fue el mejor de los comienzos; pero si hay algo que sé, algo que me caracteriza es mi verborrea natural, sutil, rápida… y conseguí en ti lo que quería, una sonrisa y tu número de teléfono. Ambos fuimos a la ciudad intentado evitar que nos consumieran las cosas que se nos quedaban pequeñas.
Al instante de entrar por la puerta de mi nuevo apartamento supe que quería más de ti, muchísimo más, y te llamé. Siempre tuve fascinación por quebrar barreras que me impedían llegar hasta donde yo quisiera. Conseguirme, conseguirte… el centelleo de unos ojos, el insinuoso pasear de tu lengua húmeda por tus labios resecos, sabrosos, ansiosos por obtener un dulce y romántico beso que hiciera que tu pierna izquierda se elevara hacia atrás y ¡Bang! Había conseguido ganarme tu confianza y adentrarme en tu lado interior o espiritual, o como coño se diga esa chorrada. Yo quería adentrarme en ti de otra manera, ya sabes, follarte hasta que el relieve del cabezal quedara incrustado en la pared de mi habitación Estaba claro que tu querías que te llevara a un mundo de castillos donde las princesas y los príncipes se amaban para siempre, para mi sin embargo solo eras un capricho temporal, algo que nunca me costó conseguir. La vida, sin embargo, acostumbrada a meterse donde no le llaman, quiso jugar echándole un exquisito y sorprendente aliciente en la olla de nuestra historia, tu virginidad.
He de reconocer que ello despertaba un violento instinto animal en mí, que ello me ponía cruelmente cachondo. Conseguir una presa que me pusiera las cosas un tanto difíciles me excitaba sobremanera. Me relamía. Cierto era que mi único propósito era conseguirte como fuera, pero no por ello iba a contener la voracidad de este apetito sexual ni tampoco soportar un dolor de huevos.
Pronto dejó de ser suficiente, ya no servían el resto, me aburrían, te quería a ti, mucho más que chupitos de tequila con el corretear de nuestras lenguas por saladas pieles y con comernos una boca amarilléntamente agria, ni borrarnos los labios a besos, ni mordernos salvajemente el cuello, ni siquiera inspirar longitudes de polvos blancos en la espalda. Es innegable que aquella noche pude controlarme. Supongo que las drogas, el alcohol, mi sed de ti y mis ansias de poseerte fueron las sustancias de una fórmula instigadora que hizo que estuviera apunto de violarte, menos mal que irónicamente tuve un poco de cordura.
De todas maneras, inmediatamente aquella circunstancia no hizo mella en nosotros porque rápidamente entendiste mis necesidades fisiológicas, pero me fui dando cuenta que la estrategia de seducción empleada comenzaba a dejar que desear y por ello sentía que te apartabas sigilosamente de mí.
Decidí arriesgarme a desnudarme, a despojarme de infinidad de capas que ocultaban mi verdadera piel, a dejar respirar como hizo hace tanto tiempo mi yo real, a dejarte llegar hasta el umbral.
Largas horas de charlas de cafés, de confesiones entre paseos a la luz de la luna, al borde del fuego de una hoguera o alrededor de otros maravillosos paisajes, de silencios escandalosos en el cine, de canciones susurradas al oído y gritadas a los altos edificios de una gran ciudad desde un coche con las ventanillas bajadas, de besos furtivos de labios desnudos en mitad de un océano, de sonrisas de helado de straciattella, de decenas de flores y otros regalos, de comidas en cualquier lugar del mundo, y cenas con velas en algún mágico lugar de nuestro mundo, de miles de besos, de caricias, de susurros, de confesiones, de palabras, de abrazos, de miradas, de canciones, de lugares, de sensaciones, de emociones, de…de… de te quieros… te volviste a acercar a mí mucho más de lo que ambos imaginamos.
Hicimos de los miércoles por la noche una costumbre propia donde continuábamos hablando y riendo de cosas que nos importaban y nos hacían reir, cosas que seguían descubriéndonos el uno para el otro. Siempre me besabas sabor capuccino, sonreías y te marchabas, pero aquella vez me sorprendiste rompiendo la tónica de los miércoles cuando me agarraste de la mano y me reseñabas desde cada metro de las paredes contra las que me empujabas, me besabas y me desnudas como nunca nadie había hecho, el pasillo que llevaba a mi habitación. Caímos en la cama con nuestros ojos clavados en los del otro. Nuestros cuerpos, ya sudorosos, se enredaron a la perfección como si ya se conociesen, como si ya lo hubiesen hecho antes. Nuestras manos agarraban pasionalmente y acercaban hasta lo imposible cada centímetro de piel. Mi boca mordiéndote los pezones, la tuya rendida de placer. Te miré a los ojos y me vi en ellos. Introduje al fin mi cuerpo en el tuyo, delicadamente, agarrándote la mano en el abismo de la cama, pintando tus labios con los míos.
En cada segundo, en cada jadeo, en cada mirada, en cada gota de sudor, en cada sacudida se disparaban fotografías del arte de sentir…Flashes cegadores que nos hacían creer que hacíamos el amor sobre un manto estrellado.
Descargas eléctricas recorrían mi piel, el éxtasis en su máxima expresión, sensaciones extrasensoriales de calibre insospechado…Un latido…y respiré…
Te solté la mano para rápidamente llevarla al primer cajón de la mesita de noche, pero en ningún momento dejé de mirarte, ni siquiera cuando uní el momento de la eyaculación con la presión del gatillo de la pistola que a sangre fría te voló la cabeza y tiñó mi desnudez de rojo escarlata.
Me tiré a un lado de la cama y me encendí un cigarrillo. Mientras espiraba caladas sangradas miré en tus grandes ojos grises aquella lágrima que consiguió conmoverme mucho más de lo que había hecho nadie. Y lloré, y agradecí irónicamente haber tenido un punto de locura porque me estaba enamorando perdidamente de tí
El pueblo se helaba por instantes. A alguien se le debió encaprichar que aquella encrucijada de calles imposibles y tejados de casas bajas y antiguas se tiñeran de blanco, de un blanco idéntico, tan idéntico que era a la vez diferente.
Las ventanas del autobús en el que ambos viajábamos, quién sabe donde, mutaban entre diversos porcentajes de una transparencia que a la vez cubría el paisaje.
Piernas de infarto, pechos voluminosos, labios carnosos y sensuales, ojos grandes y grisáceos, melena larga, rubia y ondulada...
Quizás la primera impresión que percibiste de mí fue la de un pervertido, lo sé, encontrarme olisqueando los olores afrutados de tu cuello e intentar perderme en aquella mata extensa de pelo no fue el mejor de los comienzos; pero si hay algo que sé, algo que me caracteriza es mi verborrea natural, sutil, rápida… y conseguí en ti lo que quería, una sonrisa y tu número de teléfono. Ambos fuimos a la ciudad intentado evitar que nos consumieran las cosas que se nos quedaban pequeñas.
Al instante de entrar por la puerta de mi nuevo apartamento supe que quería más de ti, muchísimo más, y te llamé. Siempre tuve fascinación por quebrar barreras que me impedían llegar hasta donde yo quisiera. Conseguirme, conseguirte… el centelleo de unos ojos, el insinuoso pasear de tu lengua húmeda por tus labios resecos, sabrosos, ansiosos por obtener un dulce y romántico beso que hiciera que tu pierna izquierda se elevara hacia atrás y ¡Bang! Había conseguido ganarme tu confianza y adentrarme en tu lado interior o espiritual, o como coño se diga esa chorrada. Yo quería adentrarme en ti de otra manera, ya sabes, follarte hasta que el relieve del cabezal quedara incrustado en la pared de mi habitación Estaba claro que tu querías que te llevara a un mundo de castillos donde las princesas y los príncipes se amaban para siempre, para mi sin embargo solo eras un capricho temporal, algo que nunca me costó conseguir. La vida, sin embargo, acostumbrada a meterse donde no le llaman, quiso jugar echándole un exquisito y sorprendente aliciente en la olla de nuestra historia, tu virginidad.
He de reconocer que ello despertaba un violento instinto animal en mí, que ello me ponía cruelmente cachondo. Conseguir una presa que me pusiera las cosas un tanto difíciles me excitaba sobremanera. Me relamía. Cierto era que mi único propósito era conseguirte como fuera, pero no por ello iba a contener la voracidad de este apetito sexual ni tampoco soportar un dolor de huevos.
Pronto dejó de ser suficiente, ya no servían el resto, me aburrían, te quería a ti, mucho más que chupitos de tequila con el corretear de nuestras lenguas por saladas pieles y con comernos una boca amarilléntamente agria, ni borrarnos los labios a besos, ni mordernos salvajemente el cuello, ni siquiera inspirar longitudes de polvos blancos en la espalda. Es innegable que aquella noche pude controlarme. Supongo que las drogas, el alcohol, mi sed de ti y mis ansias de poseerte fueron las sustancias de una fórmula instigadora que hizo que estuviera apunto de violarte, menos mal que irónicamente tuve un poco de cordura.
De todas maneras, inmediatamente aquella circunstancia no hizo mella en nosotros porque rápidamente entendiste mis necesidades fisiológicas, pero me fui dando cuenta que la estrategia de seducción empleada comenzaba a dejar que desear y por ello sentía que te apartabas sigilosamente de mí.
Decidí arriesgarme a desnudarme, a despojarme de infinidad de capas que ocultaban mi verdadera piel, a dejar respirar como hizo hace tanto tiempo mi yo real, a dejarte llegar hasta el umbral.
Largas horas de charlas de cafés, de confesiones entre paseos a la luz de la luna, al borde del fuego de una hoguera o alrededor de otros maravillosos paisajes, de silencios escandalosos en el cine, de canciones susurradas al oído y gritadas a los altos edificios de una gran ciudad desde un coche con las ventanillas bajadas, de besos furtivos de labios desnudos en mitad de un océano, de sonrisas de helado de straciattella, de decenas de flores y otros regalos, de comidas en cualquier lugar del mundo, y cenas con velas en algún mágico lugar de nuestro mundo, de miles de besos, de caricias, de susurros, de confesiones, de palabras, de abrazos, de miradas, de canciones, de lugares, de sensaciones, de emociones, de…de… de te quieros… te volviste a acercar a mí mucho más de lo que ambos imaginamos.
Hicimos de los miércoles por la noche una costumbre propia donde continuábamos hablando y riendo de cosas que nos importaban y nos hacían reir, cosas que seguían descubriéndonos el uno para el otro. Siempre me besabas sabor capuccino, sonreías y te marchabas, pero aquella vez me sorprendiste rompiendo la tónica de los miércoles cuando me agarraste de la mano y me reseñabas desde cada metro de las paredes contra las que me empujabas, me besabas y me desnudas como nunca nadie había hecho, el pasillo que llevaba a mi habitación. Caímos en la cama con nuestros ojos clavados en los del otro. Nuestros cuerpos, ya sudorosos, se enredaron a la perfección como si ya se conociesen, como si ya lo hubiesen hecho antes. Nuestras manos agarraban pasionalmente y acercaban hasta lo imposible cada centímetro de piel. Mi boca mordiéndote los pezones, la tuya rendida de placer. Te miré a los ojos y me vi en ellos. Introduje al fin mi cuerpo en el tuyo, delicadamente, agarrándote la mano en el abismo de la cama, pintando tus labios con los míos.
En cada segundo, en cada jadeo, en cada mirada, en cada gota de sudor, en cada sacudida se disparaban fotografías del arte de sentir…Flashes cegadores que nos hacían creer que hacíamos el amor sobre un manto estrellado.
Descargas eléctricas recorrían mi piel, el éxtasis en su máxima expresión, sensaciones extrasensoriales de calibre insospechado…Un latido…y respiré…
Te solté la mano para rápidamente llevarla al primer cajón de la mesita de noche, pero en ningún momento dejé de mirarte, ni siquiera cuando uní el momento de la eyaculación con la presión del gatillo de la pistola que a sangre fría te voló la cabeza y tiñó mi desnudez de rojo escarlata.
Me tiré a un lado de la cama y me encendí un cigarrillo. Mientras espiraba caladas sangradas miré en tus grandes ojos grises aquella lágrima que consiguió conmoverme mucho más de lo que había hecho nadie. Y lloré, y agradecí irónicamente haber tenido un punto de locura porque me estaba enamorando perdidamente de tí
Sorprendentemente a alguien se le encaprichó que nevara en la ciudad. Nunca tuve dudas de quién provocó ese manto blanco de inocencia que coseguía tapar toda la mierda que exisitía y lo convertía todo en belleza
Texto: Daniel Calderón Martín
Imágenes:
1.- Enric Rubio (http://www.enricrubio.com/)
2.-Melissa Molina
3.-David Sanz (http://www.fotodual.com/)
4.-Google
5.-Getty images
6.-Google
7.-Google
38 comentarios:
me encanta. El texto, las fotos, y tu forma de escribir.
Cada día me sorprendes más.
[ley] Gracias niña, es lo que intento
Corazón cada día te superas más, y más.
Ese punto de locura es el que me produce a mi cuando te leo, tus relatos se viven!!
Besos de Admiración y más
Sigo intrigada ¿eh?
Muy bueno el relato :)
:)
[Silencios] Muchas gracias cariño
[kassiopea] gracias kassio ^^
[Espérame en siberia] Oye que no se te ha puesto una pistola en la cabeza para que pongas un comentario, por lo tanto ya si piensas poner un comentario por lo menos pon algo más, no sé, se supone que has leído mi texto por lo que tendrás algo mejor qu eponer, y si no lo has leido no se para que comentas
Muy bueno pero q muy bueno, en serio. Mis felicitaciones. Me quito el sombrero porque ...no llevo nada más ahora mismo ;P
saludos
:O Que final,aveces hay gente que mata x el miedo a enamorarse y sin darse cuenta hace cosas que en su vida hubiese creído hacer.Cómo sempre buen texto.
pd/ ya he hecho mi parte pero espero a que te conectes mejor y lo hablamos antes xq te kiero comntar unas cosillas,ol,aver si este finde semana te veo conectado y hablamos
Besoss
Impresionante, tenías razón flipo con este Leinad escritor lleno de matices sorprendentes.
A veces mueren corazones sin necesidad de usar un arma.
Besos.
Lamentablemente, para ti, no tengo por qué darte explicaciones de por qué dejé o no la sonrisa aquí en tu Blog.
Es una pena que pienses que todos contamos con el tiempo del mundo para leernos tus muy explayados textos. Pero, ¿qué crees?: lo hice. Y me provocó dejarte mis buenas vibras con esa sonrisa. Y punto. ¿O es que no sabes que a veces se dice mucho con poco, y que eso no significa que se vea limitada nuestra capacidad lingüística, sino todo lo contrario?
Además, uno siempre debe estar agradecido con aquellos que pasen a visitarnos y que, sobre todo, dejan una nota como acto de presencia.
¿Quiénes somos nostros los Bloggers para exigirle al que nos lee más o menos caracteres en sus comentarios?
¡Larga vida a la libertad de expresión!
Ohh quedé helada con el final! todo por miedo al amor! que locura!
Increíble tu relato, felicitaciones!
Simplemente, sublime, me has dejado sin palabras, y mira que yo no me callo ni debajo del agua (jejeje es broma)
Mil gracias por pasarte por mi rinconcito, cada día me sorprende mas descubrir que mis "chorradas" interesan...
Un abrazo enorme desde este helado rincón de los Pirineos!
PD: Precioso nombre para tu casa... el arte de sentir... me encanta!
Marta.
Que se me ha olvidado, (el alzeimer es lo que tiene...)
Las fotos espectaculares!
[Gata] Muchas gracias por pasarte por mi blog, me encantaría ver una gata con sombrero :)
[By karacola] Tienes toda la razón, hay máscaras que por mucho que te pongas siempre se derriten para demostrarte a la persona que eres, y si eres una persona fría con temores a enamorarse cuando lo haces eres capaz de todo.
Y en cuanto al texto a ver si hablamos y me comenteas, estoy intrigado
[Ruth] Muchas gracias ^^ intentaré seguir avanzando y sorprenderos.
[Ésperame en siberia] ya te he respondido en tu blog, no creo que merezca la pena seguir dándole bombo a una chorrada
[Momentos] Muchas gracias por pasarte poor mi blog. Pues la verdad es que por el miedo, por el dolor causado se puede hacer de todo
[Una soñadora más...] Muchas gracias a ti por pasarte, y por escribir como lo haces. ME alegra que te haya gustado, y en cuanto a las imagenes es lo que intento, buscar las mas especificas, mas realistas y mas impactantes para llevar el texto a otra dimensión, lo intento...
Me has dejado helada.Tú, o toda esa nieve que cubre lo peor del mundo...
Genial.
:)
[Crisis] Muchas gracias niña. Claro que cuando se va derritiendo esa nieve, sale a relucir mucha mierda. Me alegra que te haya gustado
Bueno, ya eres uno más, tienes un huequecito para mi en mi rincón.
mil besos ácidos ;)
[Crisis] Muchas gracias jejee pues iré allí a refugiarme ^^
Un texto realmente estupendo, con un final que sorprende al lector.
[bobos corazones] Gracias por tu visita. Y me alegra que te haya gustado, en cuanto al final son así como me gustan que sorprendan, que nos lo veas venir, que te dejen con la boca abierta
Hasta dónde puede llegar el miedo a amar......
Me ha dejado echo polvo.... buen relato... jodido el final.
un abrazo.
No es por corresponderte, pero mi primera visita a tu blog hace que se despierte en mi las ganas de seguir leyendote, me gusto tu blog, e insisto, no es por corresponder, sino por que realmente me gusto la frescura con la que cuentas las cosas, como si nada, como formando parte del todo por el todo, es un placer para los sentidos conocerte, iré paseándome por tus rincones para sin duda disfrutar como lo hice esta noche...
abrazzzusss
Josh
[marea@] El miedo es de los peores sentimientos, se apodera de tí y te domina, bloquea tu razón y de ahí haces cosas que ni pensabas. Muchas gracias por pasarte por mi blog
[Onubius] Gracias, es halagador por tu parte y me siento agradecido porque haya gente que valore mi trabajo, aunque más sería un placer que trabajo, en fín... intentaré mejorar cada día más para conseguir sorprenderos.
saludos
Y ella ... encontró su príncipe, de verdad y sus lágrimas se confundían con la nieve siempre que nevaba porque el recuerdo siempre vivirá con la misma intensidad del color del amor! Un placer descubrirte! Me maravilla la foto de tu perfil, preciosa! Muacc
Increíble final... Creía que se enamoraría, que pasaría de sólo querer follarla a quererla sin más. Pero no, lo has hecho mejor :D
Un besitooo
Me gusta tu blog, tus textos, tus imágenes y la forma tan exquisita que tienes de mostrarnoslo.
Yo voy a la deriva de tu blog.
Ideal.
Saludos blasianos.
[Mela] Gracias por pasarte, peus la verdad es que si encontró su principe, y es que no todos los principes son azules
[acoolgirl] eso es la sensación que quería mostraros, que creyeras que cambiaría, pero al final uno es como és, y si tienes miedo y corres correras siempre
[Blas] Gracias, me alegra que te guste. Intentaré sorprenderos cada dia
Oh dios mio! Que final, madre mía que manera de relatar la historia, del sexo salvaje y apasionado, de la sangre fria frente al asesinato. Que gran manera en el fondo de reflejar un amor loco, no le saco ninguna pega en absoluto, es simplemente maravilloso
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